Juan Ramón Rodríguez Fernández
Vught, finales de noviembre de 2002

TODO ESTÁ BAJO CONTROL

Cuando más parecín cambiar las cosas,
Más continuaban como siempre.
Harold Robbins

Juanra vuelve a estar en la cárcel. Gracias a Diox. Y ahora Holanda ya puede dormir tranquila.
El pasado 1 de Octubre la corte de Amsterdam se mostraba favorable a la extradición del conocido, ya no sabemos si activista, si terrorista o si cantante catalán, Juan Ra. Sin embargo, para sorpresa de todos, continuaba en libertad pues según los mismos jueces que lo sentenciaron no existía ningún indicio de que fuera a eludir la acción de la justicia. El país entero se paralizó conmocionado ante la inusual de dicha resolución.

Para poner fin a la alarma social en la que la sociedad holandesa sucumbra, la fiscalía interpuso un recurso ante la Séptima Cámara Penal de la Audiencia de Amsterdam. "Se imaginan, sus señorías, el ridículo internacional en el que perecería nuesro país si después de detener a un terrorista tan peligrosa como Juan Ra, dejamos ahora que se escape?!" El vehemente discurso convenció al licenciado Brilman, presidente de la Audiencia que ordenó, de nuevo, el encarcelamiento del sospechoso. En efecto, qué importa que siempre se haya presentado a todas las citaciones judiciales a las que ha sido requirido o que tenga un domicilio fijo en Amsterdam (el histórico Vrankrijk, morada de violentos como todos sabemos). "El pago de una finaza de 20.000 euros no da suficientes garantías", como muy bien afirmó el brilliante licenciado en su sentencia. Y Juan Ra volvió a la cárcel, para tranquilidad de todos.

Sin embargo, el licenciado Victor Koppe y sus amigos anti-españoles (como muy bien los definió la fiscal Ang Lee en su última sesión) volvieron a crear la incertidumbre en la opinión pública recurriendo a esta sentencia. Y el cinco de noviembre pasado tuvo lugar la vista con puertas cerradas al público. "Si veinte mil euros no son garantía suficiente, aquí tenemos los resguardos del ingreso de cincuenta mil euros más y la lista con los nombres de las personas holandesas que lo han hecho; pero si aún no es sufuciente, digannos ustedes las condiciones para la puesta en libertad de mi cliente". La defensa fue encarnizada y aunque parecía bien argumentada, la fiscal Ang Lee fue concluyente: "es igual el dinero que ustedes consiguen, Juan Ra seguirá en la cárcel, ¿o este tribunal se enfrentará a la decisión ya tomada anteriormente por la Séptima Cámara Penal de la Audiencia de Amsterdam?" Los razonamientos de nuestra heroina fueron escasos, es cierto, pero produjeron el efecto intimidatorio necesario y el terrorista o el activista o el cantante, qué más da!, afortunadamente sigue en prisión. En Vught, por supuesto, en el antiguo campo de concentración nazi reconvertido hoy por arte de la magia socialdemócrata en el Instituto Penitenciario Nieuw Vosseveld. De esta manera es como nuestro país ajusta las cuentas pendientes con la Historia.

Y así es, queridos lectores, como la justicia (sin argumentos jurídicos pero a quién le importa eso) ha terminado con la pesadilla de saber que Juan Ra caminaba impunemente por nuestras calles. Holanda ya puede dormir tranquila: ahora todo está bajo control. Nuestras coaliciones de gobierno de centro derecha ya no entrarán en crisis, tampoco volveré a morir ningún marido de ninguna reina holandesa y, sobre todo, sobre todo, no volveremos a oirle decir desafiamente: HASTA LA VICTORIA SIEMPRE, HASTA LA VICTORIA SIEMPRE y HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.